Cinco técnicas para motivar a tus alumnos
Todo profesor ha tenido que enfrentarse alguna vez a un grupo de alumnos desmotivados. Este es uno de los mayores desafíos para profesores novatos, ya que las formaciones suelen tratar de cómo enseñar las competencias en condiciones idealizadas, con todo tipo de tecnología disponible y alumnos dispuestos, lo que rara vez se tiene en la vida real. Incluso para profesores experimentados motivar a un grupo de alumnos totalmente faltos de interés en aprender puede ser difícil. Si te encuentras en esta situación, aquí tienes cinco técnicas para motivar a tus alumnos que debes probar antes de darte por vencido y perder tú también el interés por enseñar.
1.Personaliza las lecciones.
A Fulanita le gusta escuchar música. A Menganito le gustan las películas de terror. Existen infinitas oraciones de ejemplos para enseñar gramática o vocabulario que podemos encontrar online, en libros de texto o en diccionarios. Todas ellas tienen algo en común: son aburridas, les falta contexto y contienen nombres generales que no pertenecen a nadie. Las últimas teorías sobre educación hablan mucho sobre la enseñanza centrada en el alumno, pero a pesar de ello seguimos empleando los mismos y monótonos ejemplos año tras año. ¿No sería acaso mucho más entretenido encontrar nuestros propios nombres escritos en los ejemplos? ¿Y sería mejor que tuvieran un contexto? Cambia los nombres de las oraciones de ejemplos y transforma a tus alumnos y a ti en los protagonistas de tus propias lecciones. O aún mejor, escribe tus propios ejemplos utilizando lo que sabes de tus alumnos. Por ejemplo: si sabes que tu alumna Catherine está loca por los Beatles, puedes cambiar el ejemplo a A Catherine le gustan los Beatles. Te sorprenderá ver el efecto de este pequeño truco en tus alumnos. Puedes elegir seguir cosas que pasan en la vida real de los estudiantes, o en su lugar, inventarte una historia que desarrollar durante el curso. No importa lo aburridos y desmotivados que parecieran estar antes, personalizar las lecciones hará que tus alumnos muestren interés y atención a tus explicaciones. Un beneficio extra de esta técnica es que tus estudiantes estarán mucho más dispuestos que antes a leer en voz alta, especialmente si se trata de diálogos que hablan sobre ellos mismos.
2.Enseñar haciendo: primero, demuéstralo.
A veces en clase intentamos que nuestros alumnos hagan un ejercicio, pero son incapaces por mucho que expliques el proceso despacio y en detalle. Esto suele suceder en los niveles principiantes, donde los estudiantes tienen aún un dominio muy limitado de la lengua objetivo y sus habilidades de comprensión auditiva están por desarrollar. Sin embargo, ocurre a veces también en niveles intermedios y avanzados. Sobre todo cuando la tarea es nueva y nunca han hecho algo parecido en clase, o cuando les pedimos un nivel de complejidad al que no están acostumbrados. La mejor solución para este problema es hacer una demostración primero. Tal y como usamos ejemplos para explicar gramática o vocabulario, debemos hacer la tarea una o dos veces antes de pedir a los estudiantes que la hagan por sí solos. ¿Estáis escuchando una canción y quieres que tus alumnos rellenen huecos en la letra? Haz tú la primera palabra. ¿Estás planeando que tus alumnos, por parejas, uno describa una casa mientras el otro la dibuja? Diles que te describan primero la escuela, mientras tú la dibujas en la pizarra – o viceversa. Esta técnica nunca te fallará. Además, los estudiantes te agradecerán tener un modelo a seguir, especialmente si son principiantes.
3.Mueve las manos: gestos.
Así como demostrar una tarea antes complementa la comprensión del alumno, los gestos añaden una capa más que le sirve de guía hacia el significado. Los gestos son también muy útiles a la hora de corregir a los estudiantes sin tener que interrumpirlos ni hablar por encima de ellos. Como la anterior, esta es una técnica especialmente útil con niveles principiantes, pero estudiantes de todos los niveles la agradecerán. Con todo, estos gestos que usamos en la clase no son los mismos que hacemos cuando hablamos con nuestros amigos o familiares. Son gestos específicos con un significado gramatical específico. Como tales, tenemos que enseñarlos de forma clara e inequívoca al principio de la lección, siempre unidos a su significado. Por ejemplo: vas a enseñar una unidad didáctica sobre el Pretérito Indefinido. El gesto elegido es señalar con la mano a lo que esté detrás de tu cabeza, sobre tus hombros. Cada vez que dices un verbo en indefinido en una oración, haces el mismo gesto. Los estudiantes comprenderán al instante que el significado temporal y el gesto están unidos, y que hablas del pasado, del tiempo que has dejado atrás. Usa este gesto repetidas veces en las clases siguientes, hasta que quede claro que cada vez que haces ese gesto, estás hablando del pasado. Si quieres, puedes dejar de emplear el gesto poco a poco – ya sea porque se supone que ya han aprendido el indefinido, o porque has avanzado en el programa y tienes que introducir otro gesto. De cualquier forma, para entonces ya tendrás una herramienta magnífica para dar feedback instantáneo y corregir a tu grupo cuando tengan que usar el pretérito indefinido pero se olviden de hacerlo. Así no tendrás que interrumpirles, solo con mover la mano hacia la pared detrás de ti se darán cuenta y se auto-corregirán en el momento.

4.Planificar, planificar, y volver a planificar.
Este es uno de los principales errores en los que los profesores novatos y amateurs suelen caer. No hay vuelta de hoja: no planificar las lecciones en detalle lleva a una práctica docente descuidada y, en consecuencia, a alumnos desmotivados. El trabajo del profesor no se limita simplemente a las horas de clase. Antes de ellas debe haber un tiempo de planificación, organización y colección de materiales para la sesión, así como tiempo posterior para corregir. Improvisar las clases es la mejor manera para garantizar que los alumnos no aprendan y pierdan las ganas de hacerlo. Los profesores tienen que tener un objetivo claro para el curso completo. Este objetivo puede ser mejorar el nivel de los alumnos de A1 a A2, o conseguir que superen un examen oficial. Además, los profesores necesitan también ponerse objetivos claros para cada lección. Estos pueden ser, por ejemplo, mejorar la competencia lectora general, ampliar el vocabulario sobre viajes, reconocer los referentes de los pronombres en textos largos y entender la estructura de un texto descriptivo. Exponer con claridad los objetivos de cada lección da confianza a los alumnos al hacerles ver que están aprovechando de verdad las horas del curso, y les hace sentir más involucrados en el proceso de aprendizaje. Los estudiantes también se sentirán más dispuestos a terminar las tareas, ya que ahora entienden que hay una razón detrás de ellas. Y lo que es más, si tienes tus cursos planificados con detalle, ningún imprevisto te impedirá dar unas clases fantásticas.
5.Tareas reales.
¿Cuántas veces pedimos a nuestros estudiantes que escriban una postal a un amigo, o una queja a una empresa? Y no hablemos de esos ensayos sobre las dicotomías de vivir en el campo o en la ciudad. Te aseguro que tus alumnos están tan aburridos como tú de estas tareas. Nadie (o casi) escribe ya postales: ahora dejamos comentarios en Instagram o Facebook. Nadie tampoco ya escribe una queja formal a una empresa por carta, sino que ahora navegamos por nuestra cuenta de Amazon hasta encontrar el menú adecuado para protestar. O llamamos a Atención al Cliente, donde un operador nos habla con acento. Enseñar una lengua usando situaciones realistas como las que el estudiante probablemente se vaya a encontrar en su vida es la mejor manera de mantener su interés. Por eso, es muy importante que conozcas a tus estudiantes y lo que pasa en sus vidas. Imagina que tienes un grupo de estudiantes de grado. ¿No sería útil para ellos enseñarles a crear un perfil en Linkedin, además de la típica lección de escribir currículums y cartas de presentación? De la misma manera, podrías hacerles escribir esa reseña de un libro en una web de reseñas de libros de verdad, como Goodreads. Los alumnos podrán recibir feedback no solo del profesor o de sus compañeros, sino de lectores de todo el mundo. Además, ocurre que muchos estudiantes trabajan muy bien durante el curso, pero están totalmente perdidos cuando se tienen que enfrentar al uso real de la lengua fuera de la clase. Asignarles este tipo de tareas evitará que tus alumnos tengan este problema.
